Historias del diamante
Hoy continuaremos hablando sobre la vida profesional de uno
de los mejores jugadores en la historia del beisbol, Roberto Clemente. Vamos a recordar
un reportaje elaborado en 1964 por el periodista Juan Vené, actualmente muy
controversial por sus opiniones acerca de algunos peloteros coterráneos, aunque
eso no es óbice para desconocer su gran calidad como historiador del beisbol.
Clemente. A media temporada de ese año, mientras me disponía a viajar a
Pittsburgh, enviado por el diario La
Esfera de Caracas, el director de las páginas deportivas, Gustavo Aguirre,
me ordenó: ‘Quiero un reportaje de cómo vive Clemente en Pittsburgh, lo que
hace fuera de juego, cómo se divierte, quiénes son sus amigos. No es que olvides
lo del beisbol, lo del pelotero en sí, ¿tú ves? Pero a la gente le interesa
también conocer estos otros aspectos de la vida’. Tres días después, en un
receso de la práctica de bateo, antes de un juego en Forbes Field, le dije a
Clemente que quería hablar fuera del estadio. Lo invité a cenar y le expliqué
cómo era la entrevista que necesitaba hacerle. ‘Está bien… está bien’… me
contestó, ‘pero mejor yo te invito a casa de unos amigos míos aquí, para que
los conozcas. Son muy buena gente. Los mejores amigos que he hecho desde que
llegué’.
en el clubhouse de los Piratas fueron Román Mejías y Bob Friend. Más tarde,
también su coterráneo José Pagán. Pero esa noche no íbamos a comer con ellos, sino
en casa de Phil Dorsey.
1956. Esa tarde, Friend le dijo a Roberto que en las tribunas estaba un
caballero deseoso de conocerlo personalmente, porque lo admiraba mucho. Los dos
se acercaron a las localidades próximas al dugout de los Piratas, hacia el
rightfield. Phil Dorsey estaba ya en las barandas de los palcos, listo para
darle la mano a Roberto. Dorsey le dijo: ‘Desde tu llegada, he presentido que
vas a cambiarle la fisonomía a este equipo para bien. También has cambiado mi
vida y la de mi familia. Nos sentimos mal cuando no podemos venir a verte’.
con lo que escuchaba, que le fue difícil responder. Sólo fue capaz de dar las
gracias. Desde entonces se vieron muy frecuente para hablar de béisbol, y se
hicieron tan amigos, que Dorsey comenzó a invitarlo a menudo a su casa para
cenar.
familia. Imagínate que los enseñé a preparar el arroz con habichuelas y ya lo
hacen más sabroso que todos los que he comido en Puerto Rico, no sé qué aliños
le ponen’.
trabajaba en el correo de Pittsburgh, había jugado beisbol hasta cerca de los
40 años. Por años había sido asiduo a los juegos de los Piratas, por lo que
sufrió las horribles temporadas en los cuatro últimos lugares, entre 1952 y
1955, seguidos de dos penúltimos finales. Pero también había disfrutado de lo
que él llamaba “mis mejores días en el beisbol”, en la Serie Mundial de 1960,
con el triunfo de su equipo sobre los Yanquis.
en 1961, y en 1963 regresaron al octavo lugar. En aquel año de 1964
trastabillaban hasta el sexto sitio en el standing entre los ocho equipos que
formaban la Liga Nacional. Dorsey, decía: ‘Desde que llegó Roberto al equipo,
hay un motivo especial para ir al parque, ya que ahora este es otro equipo.
Siempre hay esperanzas de Serie Mundial en la ciudad. Yo sé que vamos a llegar
a la Serie Mundial varias veces más’.
1960. ‘Fue inolvidable ya que ganamos el campeonato y la Serie Mundial’. Cuando
terminó esa campaña, se esperaba que Clemente fuera elegido Más Valioso. No
sólo había terminado con promedio de .314, con 16 jonrones y 94 empujadas, sino
que también fue líder en la Nacional en asistencias para un outfielder con 19.
las bases había deslumbrado a todos. El diario Pittsburgh Post-Gazette publicó en octubre de ese año: ‘No menos de
10 de sus 22 dobles hubiesen sido hits sin sus piernas y agresividad. E
igualmente, no menos de 3 triples de los 6, hubieran sido dobles. ¡Estamos
hablando de un super-pelotero!’. Sin embargo, Clemente quedó quedó octavo en la
votación para el MVP. El ganador fue el shortstop de los Piratas, Dick Groat, y
segundo quedó el tercera base, también de Piratas, Don Hock.
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más fuerte que nadie durante todo el año. ‘No quiero restarle méritos a ninguno
de mis otros dos amigos y compañeros de equipo, pero creo que él merecía ganar’,
dijo el segunda base Bill Mazeroski en los entrenamientos de 1961. Los
reporteros norteamericanos escucharon a Clemente protestar por eso en un tono
fuerte en numerosas ocasiones”.
trataban como ciudadanos de segunda y a los latinos de origen afroamericano
como de tercera. Por eso el editor de La
Esfera tituló la entrevista de Vené así: “Latinos son minorías dentro de
las minorías”.
cuando explotó y bateó para .351, lo que le dio el primero de sus cuatro
títulos de bateo, con 23 jonrones y 89 empujadas, con 30 dobles y 10 triples.
Además, encabezó a los outfielders con nada más y nada menos que 27
asistencias. Sin embargo, su equipo cayó al sexto lugar con marca de 75-79.
persona superaba la que le tenía como excelso pelotero. Una vez, durante un
invierno, Roberto invitó a su amigo a Puerto Rico y lo presentó como “su
hermano de Pittsburgh”. Dorsey, contaba: “Inmediatamente que me bajé del avión,
Roberto me dijo que le entregara la cartera y ahí era en donde yo tenía todo el
dinero que cargaba. ¡No me dejó gastar un sólo centavo! Lo pagaba todo, me
invitó y me llevó a todos lados con un gran placer. Desde luego, cuando regresé
me devolvió la cartera”.
1973 fue el de Phil Dorsey, que dijo: “El beisbol ha perdido a uno de los más
grandes peloteros de la de la historia y yo he perdido al mejor amigo de mi
vida”.
Dorsey y su familia estuvieron dos años sin ir al estadio de
los Piratas de Pittsburgh después de ocurrida la tragedia que le robó la vida
al boricua. Es historia, amigos.