Los números dirán si es la hora del adiós

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A Omar Vizquel le gustaría seguir en 2011. Pero sabe que no es seguro y por eso revela la razón que le hará decidirse por el retiro, incluso si el cuerpo no le pide hacerlo: un bajón en sus estadísticas

Omar Vizquel todavía exhibe el cuerpo de un joven treintañero, su defensiva en las paradas cortas aún cosecha elogios y las estadísticas modernas le otorgan algo más que el beneficio de la duda, al medir su habilidad en el campo.

El caraqueño sigue siendo uno de los usuarios más asiduos del cuarto de pesas de su equipo y con frecuencia le pide a sus coaches tomar prácticas de bateo adicionales.

Muy pocas cosas revelan que Vizquel en realidad tiene 43 años de edad y que está cada vez más cerca del retiro, así sus seguidores –y él mismo– se resistan a preparar la fiesta de despedida para el venezolano que ha pasado más tiempo en las grandes ligas.

Sólo el average de bateo, ubicado en .175 antes de la jornada sabatina, sugiere que el 11 veces ganador del Guante de Oro ya no es aquel torpedero que en sus primeras 18 temporadas puso un sólido promedio de .276 puntos.

Esa estadística resultará decisiva al momento de decir adiós.

“Aquí estoy, en lo mismo, tratando de mantener la figura”, bromeó Vizquel desde su casa en Chicago. “Estoy haciendo lo de siempre: llego tempranito al estadio, bateo temprano, tomo práctica extra en el infield; debo mantenerme activo, corriendo y en el gimnasio, porque no estoy jugando todos los días”.

La palabra de Ozzie. Vizquel ha tenido que acostumbrarse a la realidad de pasar aún más tiempo en la banca que durante su primera experiencia como utility, con los Rangers.

El capitalino disputó 21 juegos y tomó 51 turnos entre abril y mayo del año pasado, mientras que ahora, una semana antes de terminar el segundo mes de acción, apenas ha tomado parte en 13 partidos y ha consumido 40 viajes.

“Ozzie es pura paja, dijo que iba a jugar mucho y ha sido lo mismo que en Texas”, rió Vizquel. “Bueno, la verdad es que yo tampoco he bateado mucho. Creía que jugaría dos o tres veces por semana. Me tenía emocionado lo que Ozzie dijo antes de la temporada, aunque él sabe porqué no he jugado más. Eso siempre se lo dejo al manager. Si no me ha puesto a jugar es por una razón”.

El motivo quizás tuviera que ver con la sequía que afectó al torpedero caraquista. Apenas pudo dar 2 hits en 22 turnos y bateó para .091 en abril. En mayo ha cambiado esa tendencia, a pesar de la inactividad: en sus primeros 18 viajes golpeó 5 imparables, para .278 de average.

Igual le pasó en el spring training. Empezó frío y terminó sobre .300 puntos.

Torpedero a los 43. A Vizquel no le preocupa ser el primer jugador desde 1950 que ha disputado al menos un inning en el shortstop, pese a tener 43 años de edad.

“Aquí no le pararon mucho a eso, salió una reseña en el periódico y tal”, indicó. “Pero la edad no es algo negativo. No me hace sentir mejor ni peor. Hay gente que tiene 35 y no se puede parar de la cama, mientras que yo estoy jugando mi pelota, no tengo dolores ni necesito que me estén dando masajes. Ojalá pueda seguir así a los 44”.

Porque Vizquel no renuncia a la idea de intentarlo una vez más, cuando termine este torneo, aunque la despedida pudiera permitirle disfrutar de otras cosas, como la reciente vocación de su hijo Nicholas por el atletismo.

“Está corriendo 100 metros planos y relevos de 400 en la escuela”, apuntó, con evidente gozo, al otro lado del teléfono. “Lo vi ganar su primera carrera. Ya es hora de sentarme en las gradas y gozarme lo que él puede hacer en el campo”.

El cambio de roles es un augurio de lo que está por venir. Sea en 2010, dentro de un año o en 2012, falta muy poco para el retiro de Vizquel, y él lo sabe.

Hasta hace semanas dijo que lo intentaría mientras el cuerpo aguante. Ahora admite que sus estadísticas, no su físico, le avisarán que llegó el momento. Al menos ha dado hits en cuatro juegos consecutivos.

“Si todo es igual, si termino duro, como en Texas, lo intentaré de nuevo”, concluyó.

El dato:
Omar Vizquel no pudo cumplir durante el receso invernal con su deseo de tomar un curso como novillero en San Cristóbal. Lo tiene pendiente

El arte está en reposo
NI PINCELES NI CINCELES

Omar Vizquel añoraba el año pasado no sólo el juego diario, sino dar rienda suelta a su gusto por la cultura en la pequeña ciudad de Arlington, una urbe estudiantil, ubicada a media hora en automóvil de la mucho más atractiva metrópolis de Dallas.

El desahogo que consiguió el caraqueño fue pintar como nunca; en el garaje de su casa de alquiler tenía no menos de media docena de lienzos, los más con temas melancólicos, que Vizquel atacaba cada noche de forma simultánea.

Ese fue uno de los motivos que llevó al infielder a aceptar casi de inmediato la oferta de Chicago, un paraíso de la música y las artes plásticas en Estados Unidos.

“Chicago es una nota”, señaló Vizquel. “Esta es, con San Francisco, una de las mejores ciudades de Estados Unidos. Pero no he salido mucho. Este año estoy casero”.

El 11 veces ganador del Guante de Oro, de hecho, estaba listo para freírse un bistec cuando atendió el teléfono. Luego de una carcajada, admitió que no ha pintado prácticamente desde 2009 y tampoco terminó de tallar el enorme bloque de mármol que aún le espera en su casa de Seattle. Ni pinceles ni cinceles.

“Eso me tiene molesto”, confesó. “Es que esta casita no tiene mucho espacio y el piso es de madera. No quiero dañárselo a la señora que me lo alquila”.

La frase:

“No podemos jugar peor de lo que hemos jugado. Las cosas no están muy bien que se diga. Hemos jugado mala pelota, podríamos ser mejores. Pero todavía se puede rehacer”
Omar Vizquel
INFIELDER DE CHICAGO

Difícil segunda

Omar Vizquel tiene que seguir un pequeño rito cuando defiende la segunda base, una posición que le fue ajena en los primeros 20 años de su carrera: “Debo pensar más, repasar cada jugada con cada bateador. En el campocorto es diferente, me muevo naturalmente”. El caraqueño a veces siente el impulso de ir a cortar el tiro del jardinero izquierdo, cuando defiende la intermedia, y tiene que recordar a dónde debe ir el camarero cuando hay posibilidad de un toque de sacrificio, debido a los automatismos que arrastra como shortstop de vocación. “De todas las posiciones, la más difécil es segunda”, admitió. “Es una constante lucha, en la que cada vez aprendo una cosita nueva”.

Publicado en El Nacional, el domingo 23 de mayo de 2010.

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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