El Emergente

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Llegó la hora para Silvino Bracho

El Utility
Gerardo Boscán Villasmil
El relevista venezolano Silvino Bracho asumirá la temporada en Venezuela para mejorar
lo que consideró su mayor obstáculo en el 2016 en los Estados Unidos: su
madurez mental. Así relató su año y lo que espera ahora.
Pasé todo el año pensando en qué pudo haberme afectado en la
temporada y, sin dudas, fue la mente.
Me sentí muy mal desde el primer día de la temporada. Me
cayó muy, muy mal que después que hice el equipo, apenas terminó el primer
juego, me enviaran a las menores. Sentí que se me iba el mundo en un suspiro.
Me explicaron que era el lanzador con la mayor cantidad de
opciones para ser bajado y que las iban a tomar. Querían el bullpen fresco por
más tiempo e iban a tomarme a mí. Nunca me había pasado eso, de entrar a una
oficina y que me dijeran que iba para las menores. Desde que comencé mi carrera
en el 2012, nunca había entrado para hablar cosas negativas como las que me
ocurrieron este año.
Había tenido una muy buena primera temporada, cumplí mi
sueño de hacer el equipo desde el inicio e campaña, me fue bien en el spring
training. En un día todo se fue de la nada. Me fue muy mal, me sentía moral y
mentalmente mal.


Hubo momentos en los que estaba teniendo un buen momento en
triple A y de repente las cosas se me iban muy rápido de las manos. No podía
dominarlas. Me hacían dos o tres carreras en un inning, que son contadas las
veces que eso me ocurre en mis salidas.
Yo venía de cerrar en triple A, me subían y en Grandes Ligas
duraba cinco y seis días sin lanzar, con la presión que no podía hacer más de
25 pitcheos. Iba con la mente bloqueada, me ocurría todo lo contrario a lo
planificado y entonces me volvían a bajar.
Pensé, siempre, en mi familia. Son una de las cosas por las
que sigo luchando. Por ellos sigo aquí. Eso también me puso en un momento
incómodo. Pensaba en lo que ellos podrían estar pensando al decirles que había
hecho el equipo y el mismo día que no había podido mantenerme. Entonces, perdí
la confianza. Eso para un lanzador, relevista y como yo, es fatal.
Quienes me han visto lanzar saben que soy agresivo,
aguerrido. ¿Sabes qué fue duro? Llegar a triple A ¡con miedo a lanzar! Tenía
miedo a no hacer el trabajo. Me decía ‘éste no soy yo’.
Poco a poco fui agarrando la confianza. Como me dijo Ender
(Inciarte), no debí dejar que eso me afectara, pero de pronto tenía que pasarme
para aprender de eso.
Esto es parte del béisbol, salir de ese hueco, en el que se
mete uno solo.
Mis papas hablaban mucho conmigo, intentaban ayudarme, no
sabían cómo estaba la parte mental conmigo. Era algo difícil. Yo oraba mucho.
Decía muchas veces ‘Dios ¿por qué estoy pasando por esto? No sabía cómo
reaccionar. Llegaba al terreno, trataba de decir ‘ya pasó’.
En el mes de junio quedé lanzador del mes. Me subieron y el
mismo mánager me decía que no estaba para estar en triple A, pero a la vez me
explicaba que mi misma condición de novato, de chamo, las opciones para poder
subir y bajar, que el equipo no estaba bien, que hasta me habían tomado el
número, y salió todo negativo, y por eso las cosas andan como andan.
No dejes que eso te gane. Peor sí me ganó, todo el año me
gano, hasta que llegó septiembre y ahí pude retomar el control de todo. Lancé
con confianza, fui yo nuevamente. El coach me decía que era para lanzar todos
los días, no de poco tiempo. No para lanzar con diferencias de nueve carreras.
Pasaba días sin lanzar, y entraba con diferencias muy grandes y no me sentía
cómodo.
Él (Mike Butcher) me decía, que era yo un lanzador de juegos
cerrados pero que tenía que hacerme la idea que estaba cerrando. Pero le
explicaba que no era igual porque los bateadores iban a buscar un pitcheo. Yo
no voy a entrar a  lanzar tres sliders
por el piso. No es lo mismo que el juego está dos o una carrera, que los
rivales sepan que vengo a lanzar strikes 
o un slider, y me bateen un rodado. Ellos van a buscar otras cosas.
Me dieron más chance en septiembre y demostré que puedo
lanzar como es. Me dijeron que me preparara aquí (en Venezuela, con Águilas) y
llegara fuerte a spring training.
Este año aprendí que todo está en la mente. Nunca me lo
esperé, tan pronto. Me gané mi opción de estar arriba, a pulso.
Inciarte me dijo varias veces ‘yo sé que te afectó, pero no
debes dejar que eso te complique y te vuelva a pasar’, y eso no puedo permitir
que me ocurra de nuevo. No más.
El Dato:
Bracho terminó con 4.81 de efectividad en 33.2
inning con el Reno Aces, sucursal triple A. En las Mayores, en general, tampoco
fue bueno. Cerró con 7.30 en menos de 25 episodios.

Gerardo Boscán Villasmil
@GerardoBoscan

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