El Jugador Más Valioso en la final de Lidom comenzó a todo tren en la Serie del Caribe. Soltó jonrón productor de tres y guio a su equipo ofensivamente al triunfo en la primera jornada de la Serie del Caribe
Por Alfredo Villasmil Franceschi
Quieto en Primera
Santo Domingo. Juan Lagares terminó caliente la final de Lidom. De hecho, fue el MVP de esa instancia. Luego, fueron 12 días de descanso y prácticas ligeras, pero eso no fue óbice para dejar de batear.
El centerfielder de las Águilas Cibaeñas comenzó a todo tren la Serie del Caribe. Soltó jonrón y sencillo este domingo, para remolcar las cinco carreras que fabricaron los rapaces en el primer juego del clásico regional.
“Estar aquí, representando al país y a las Águilas Cibaeñas es algo que siempre estará en mi corazón”, dijo al rompe el slugger, cuando se le pregunto sobre su incursión en el torneo antillano. “Doy gracias a Dios, primeramente, por la salud”.
Lagares la sacudió por las paredes lejanas del jardín izquierdo en el tercer inning, contra Puerto Rico.
“Hay que seguir haciendo el trabajo que estaba haciendo allá”, soltó. “Es lo mismo de siempre. Hay que mantenerse positivo y aportar cuando se tenga la oportunidad para ello”.
Siempre ha habido una rivalidad especial contra Puerto Rico para los quisqueyanos.
“Como te dije, obtener una victoria como esta es algo especial”, indicó. “No podemos cambiar la actitud que tenemos en el terreno. Debemos mantenernos enfocados siempre”.
Una de las cosas fundamentales para Lagares ha sido cómo se han acoplado los refuerzos al equipo.
“Desde que llegaron a las prácticas se han integrado al club y parece que hubieran estado jugando con nosotros todos los días”, aseguró.
Para finalizar, habló sobre la presencia de público en las gradas.
«Si ellos lo hicieron nosotros también pudimos hacerlo”, soltó. “El dominicano se merece ir al play y disfrutar de su juego”.
El show debía comenzar y venía la gran inauguración del evento, antes del juego de México contra Colombia. Tenía que irse, pero sus palabras fueron tan suficientes como sus batazos.
Por Alfredo Villasmil
