Por Alfredo Villasmil Franceschi
Santo Domingo. Dicen que el gancho es un golpe mortal en el boxeo. Bueno en el beisbol así se le llama a la curva, sobre todo si es como la de Andy Otero.
El zurdo panameño de las Águilas Cibaeñas tiró 5.1 entradas en el tercer juego de la final de Lidom, en las que no permitió carreras. Llegó a retirar a 11 en fila y pasó por las armas a cuatro bateadores de los Gigantes del Cibao.
De los 86 lanzamientos que realizó, 42 fueron curvas. Con esos envíos sacó a los recios toleteros francomacorisanos de tiempo.
“Lo principal era atacar a los bateadores desde el comienzo”, contó el serpentinero, una vez finalizado el compromiso. “Esto era lo que quería hacer. Afortunadamente puede ayudar al equipo con la victoria. Y esperemos seguir así”.
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El zurdo no lanzaba cinco entradas o más, desde diciembre, cuando estaba con las Estrellas Orientales, equipo desde donde fue tomado por los rapaces en el draft de importados.
“Yo quería ganar el juego de pelota”, soltó. “Por eso salí a lanzar y a dar el 200 por ciento en este juego, llegué hasta donde pudo y me siento muy feliz por el trabajo que hice”.
Y no es para menos, porque el zurdo detuvo a ese arsenal de leña en seco.
Otro de los factores fue la defensiva.
“Me sentí bien con ese apoyo”, estimó. “La ventaja temprana y el buen fildeo de mis compañeros me hizo tomar confianza”.
Cuando le conectaron dos hits seguidos, con un out, en el sexto, Félix Fermín le quitó la bola, pero ya la labor estaba hecha.
“Aquí todos estamos halando para el mío lado», sentenció el hombre del gancho mortal. «Lo que queremos es ganar el torneo”.
Por Alfredo Villasmil Franceschi