El relevista de los Tigres de Aragua salvó los dos juegos de la doble cartelera dominical ante Cardenales de Lara, para igualar y superar al inmortal Roberto Muñoz y convertirse en el décimo pitcher con al menos 60 rescates en la pelota venezolana
Por Ignacio Serrano
ElEmergente.com
El otrora grandeliga Ronald Belisario vivió un domingo para el recuerdo, al salvar los dos juegos de la doble cartelera contra Cardenales de Lara, en el estadio José Pérez Colmenares, y escribir algunas líneas con su firma en el libro de récords, pues se convirtió en el décimo mejor cerrador en la historia de la LVBP.
Belisario llegó a 60 salvados en su carrera de 18 temporadas en la pelota venezolana, los últimos seis con los Tigres de Aragua, y pasó a ser el décimo pitcher que logra la cifra en el circuito.
El derecho nacido en Maracay tenía solo un rescate en casi tres semanas y sostenía un empate con el nicaragüense Porfirio Altamirano, una leyenda de las Águilas del Zulia, a quien dejó atrás a primera hora, al sacar los tres outs frente a los pájaros rojos y llegar a 59 triunfos preservados.
Esa cantidad le igualó con Roberto Muñoz, otro antiguo bigleaguer, miembro del Salón de la Fama de Valencia y emblema de los propios bengalíes en los años 70.
El siguiente salvamento de Belisario le puso en 60, por arriba de Muñoz, dueño de la décima casilla de todos los tiempos y muy cerca de José Solarte, que tiene 62 y ocupa el noveno puesto.
UNA CIFRA: 38Es la edad que cumplirá Ronald Belisario el 31 de diciembre
Dos lanzadores activos, Gregory Infante (65, Tiburones de La Guaira) y Pedro Rodríguez (68, Lara) van más adelante de Solarte.
Belisario llegó algo tarde al torneo 2020-2021, pero ha estado cercano a la perfección desde su debut.
DATO.Richard Garcés (124), Francisco Buttó (88), el cubano Hassán Pena (86), Jorge Julio Tapia (76), Luis Aponte (73) y el panameño Santos Hernández (70) ocupan las primeras plazas entre cerrojos de la LVBP
El diestro tiene 0.00 de efectividad y 6 ponches en 9.1 innings, con solo un boleto y una carrera sucia.
Por Ignacio Serrano
