¿Es cierto que Armando Galarraga y Bob Abreu dejaron de brillar por dos eventos desafortunados?

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Por Carlos Marcano
@camarcano
El beisbol, así como la vida, presenta situaciones de todo tipo: eventos dulces que llenan de alegría a sus protagonistas; periodos de normalidad y regularidad; y situaciones difíciles y hasta trágicas, que desencadenan o inician tragedias.
Es una convención entre los aficionados venezolanos, que hubo dos eventos que marcaron o iniciaron la caída en desgracia de dos importantes peloteros paisanos:


  • El juego casi perfecto de Armando Galarraga, roto solo por la infame sentencia de Jim Joyce en primera base, faltando apenas un out para terminar, es uno de ellos; este evento supuestamente, significó el inicio de la debacle de su carrera.
  • El Derby de Jonrones de 2005, ganado por Bob Abreu y que en teoría supuso un desgaste para el pelotero, al punto de descarrilar su temporada y hacerle perder poder para el resto de su carrera.
 
Fueron dos eventos que, a la manera de ver de muchos, resultaron hitos que cambiaron el curso de las posibilidades de dichos jugadores, pero, ¿qué tanto de verdad hay tras de ello?
Veamos caso por caso, empezando por Armando. 
LA PERFECCIÓN Y LA RUINA
El 2 de junio de 2010, Galarraga enfrentaba junto a su equipo, los Tigres de Detroit, a los Indios de Cleveland. Luego de ver a 26 bateadores y no haber permitido que ninguno de ellos llegara a base alguna, tocó lanzarle a Jason Donald, quien bateó la bola de rodado por primera, un batazo que tomó Miguel Cabrera, movido hacia el terreno de la segunda, para lanzarle a Galarraga, quien llegó a cubrir la primera base con evidente y suficiente antelación, pero el árbitro de primera, Jim Joyce, de manera completamente desacertada, sentenció quieto en la jugada.
 
Luego de ese encuentro, Galarraga solo lanzó 34 juegos más en las Grandes Ligas, hasta 2012. Aun cuando manejó de una manera extremadamente noble el tema, dando a entender que no había resquemores con lo sucedido, mucho se especuló que ese juego «rompió» de alguna manera al joven lanzador. 


Analicemos entonces si hay alguna manera de constatar esto.
Veamos inicialmente la efectividad de Armando juego a juego, resaltando la ERA que tenía en su carrera al momento del famoso juego, que estaba en 4.50.

Claramente podemos ver una tendencia hacia el alza de la efectividad de Galarraga, comenzando mucho antes de 2010. Dicha tendencia no hizo más que mantenerse luego.

Pero, ¿no hemos dicho acá que la ERA no es uno de los mejores indicadores de dominio, que hay otros como el Picheo Independiente del Fildeo (FIP, en inglés), que son más avanzados y fieles al desempeño del lanzador? Veamos entonces otra gráfica como la anterior, pero usando FIP esta vez:

Para dicho juego, su FIP era 5.12, aún peor que la efectividad, y manteniendo la tendencia al alza.

¿Quiere decir esto que ese juego no incidió en Armando? Yo dudo que no haya tenido un efecto anímico, me parece inevitable. Sin embargo, es inobjetable que ya había entrado en un progresivo desmejoramiento en su juego.
LOS JONRONES QUE SENTENCIARON AL COMEDULCE
El 11 de julio de 2005, en el Comerica Park de Detroit, Abreu hizo un asombroso despliegue de poder, al ganar el Derby de Jonrones doblando en cuadrangulares a sus contrincantes más cercanos, con 41 batazos largos, una maravilla que les recomiendo ver haciendo click en este enlace.
Para la fecha del juego, Bob tenía 18 vuelacercas, terminando el año con 24. Apenas agregó la tercera parte de lo que tenía a mitad de campaña. 
Se comentó muchísimo, y es un tema recurrente, que el esfuerzo durante el derby perjudicó su swing y con ello la posibilidad de dar más cuadrangulares ese año, e incluso en las temporadas siguientes.
Para analizar esta situación, veamos la distribución de jonrones de Abreu durante su carrera:

Tomando las campañas con turnos calificados, su promedio de bambinazos antes de la temporada 2005 fue de 23,2 jonrones por temporada; luego de la 2005 fue de 16,85. Un raro declive, ¿no?

No necesariamente.
Hay demasiados factores envueltos como para de una manera categórica hacer una afirmación en cualquier sentido. Sin embargo, un hecho contundente que debemos considerar es que el promedio de jonrones por cada 162 juegos durante toda su carrera fue de 19, así que, aun cuando bajó el ritmo para la segunda parte del 2005, estuvo por encima de lo que se podía esperar ese año.
De igual forma, los campeonatos siguientes a 2005 estuvo muy cerca de esa media de 19 tablazos de vuelta completa, con 17,2. 
Hay un hecho más importante que considerar, sin embargo: esa temporada de 2005, Bob cumplió 31 años, edad, que se considera ya en el trayecto hacia el declive para el promedio de los jugadores de Grandes Ligas.
Veamos esto con una estadística interesante, el Poder Aislado o ISO por sus siglas en inglés. ISO se calcula simplemente restando el slugging (SLG) del jugador menos su promedio de bateo (AVG). El resultado de esto es que ISO nos permite ver el poder bruto del bateador, desde el punto de vista de la frecuencia con la que conecta extrabases en vez de sencillos. Se considera alrededor de 0.140 como un ISO promedio, 0.250 es excelente y 0.080 terrible.
Veamos el ISO de Bob para cada edad mientras estuvo activo y comparémoslo con el promedio de la MLB para las mismas edades y campañas:

Podemos ver claramente el efecto que produce sobre el poder de un bateador el transcurso del tiempo, elemento inevitable del que no escapa ningún ser humano.

Bob, la mayoría de su carrera, tuvo un ISO por encima del promedio para jugadores de su edad, pero tuvo un comportamiento con tendencia a la baja a medida que se hizo mayor, como la inmensa mayoría de los jugadores.
Es así como es más probable que su merma en la producción de jonrones haya sido propio de su envejecimiento natural que debido a cualquier otra razón.
Las pruebas nos lo recuerdan: es siempre importante mirar el panorama desde un escenario amplio, con datos históricos y tendencias, en lugar de quedarnos en las situaciones anecdóticas que pudiesen llevarnos a conclusiones erróneas.
No, no hubo un final trágico y repentino en las carreras de Galarraga y Abreu como consecuencia de aquellos célebres episodios.
(Todas las estadísticas fueron tomadas de los sitios web www.fangraphs.com y www.stathead.com, a menos que se especifique lo contrario.)
 

Encuentra más trabajos de Carlos Marcano sobre beisbol y analítica en la página BASEBALL IS-KEWL, haciendo click aquí.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

6 COMENTARIOS

  1. Buenos días, reciban el saludo de un fiel lector de la columna El Emergente. Muy interesante y bien documentado el análisis que involucra a Armando Galarraga y a Bob Abreu. Con Galarraga no tengo duda de que el juego perfecto para nada influyó en el declive en su carrera. Con Bob Abreu, no obstante, no comparto su opinión, a pesar de las sólidas estadísticas que ustedes esgrimieron. El primer indicio de que, en mi opinión claro está, su participación en el Derby sí afectó su poder es el hecho de que Abreu apenas conectó 6 hr en la segunda mitad de esa temporada, cuando había golpeado 18 en la primera mitad. Por otra parte, Abreu, sin ser un slugger nato, se las arregló para golpear 30 y 31 hr en esa primera parte de su carrera, separada en el contexto del tema abordado, por el año del Derby, 2005. A partir de allí ni siquiera se acercó a esa cantidad. De hecho, del 2006 al 2011, temporadas que el Comedulce jugó completas (con un mínimo de 585 turnos legales en ese período), apenas promedió 15,66 hr, cantidad menor incluso que los 18 que dio en la primera parte de 2005. Es cierto que a los 32 años comienza el declive del poder en los peloteros, mas eso es una regla general y no absoluta, pues tenemos el mejor ejemplo en el Gato Andrés Galarraga, cuyos mejores números en hr fueron a partir de los 35 años, golpeando incluso 28 con 39 años y retornando nada menos que de un cáncer. Sin pretender desmeritar el excelente análisis que hicieron, en lo personal considero que ustedes utilizaron estadísticas que me parecen un poco complejas para el tema en cuestión, olvidando el principio de la navaja de Ockham, según el cual «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable».

  2. Reciban el saludo de un fiel lector de la columna El emergente. Con respecto al tema, comparto su opinión con respecto a que el frustrado juego perfecto de Armando Galarraga no significó un antes y después en su carrera. Sin embargo, y sin intención de desmeritar su estupendo análisis, no comparto la misma opinión con respecto a Bob Abreu. En lo que mí respecta, su participación en el Derby de hr de 2005 sí afectó su poder. El primer indicio es el hecho de que Abreu sólo conectara 6 hr en la segunda parte de la temporada, luego de haber coleccionado 18 en la primera, nada menos que el triple de la segunda parte. Lo mismo indican sus estadísticas antes y después de esa temporada. Sin ser el típico slugger, Abreu se las arregló para tener dos temporadas con al menos 30 hr, por lo que llama la atención el hecho de que más nunca se acercara a esa cifra en las temporadas posteriores al 2005, con topes de 20 hr en 2008 y 2010. De hecho, del 2006 al 2011, temporadas en la que su menor cantidad de turnos al bate fue de 585, Abreu promedió apenas 15,66 hr, cantidad inferior incluso a los 18 que dio en la primera parte del 2005. Por supuesto que tal merma puede deberse a la edad tal como concluye su análisis, dado que es sabido que a partir de los 32 años comienza a mermar el poder. La cuestión es que ésa es una regla general pero no absoluta, pues ahí tenemos el ejemplo de Andrés Galarraga, cuyos mejores años en materia de hr fueron a partir de los 35, dando incluso 28 hr a los 39 años y retornando nada menos que de un cáncer. Ahora bien, lo anterior no me da autoridad para concluir que la merma en el poder del Comedulce haya sido producto de su participación en el derby, pero tampoco podemos decir categóricamente que "No, no hubo un final trágico y repentino en la carrera de Abreu como consecuencia de aquel célebre episodio". Quedará, según mi opinión, para siempre la duda de cuál fue la causa de ese antes y después en los números de Abreu.

    • Buenas tardes, Sr. Manuel. Un gusto saludarlo y gracias de antemano por sus comentarios. Partiendo de la premisa que al final de cuentas el análisis que hice tiene un alto contenido de especulación y entendiendo que es difícil estar 100 % seguro de lo que en realidad pasó, no descarto los argumentos que usted muy claramente esboza, puede que sea como usted dice esa la razón y no otra. Sin embargo hay otros estudios muy acuciosos que deslindan al HR Derby de la pérdida de poder, entre ellos este que le comparto de la propia SABR: https://sabr.org/journal/article/home-run-derby-curse-fact-or-fiction/

      Saludos,
      Carlos Marcano.

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