El derecho que en Venezuela pertenece a los Tiburones de La Guaira protagonizó un duelo de pitcheo contra Raúl Alcántara y le dio a las Maravillas de KT su primer triunfo en la serie a cinco juegos, luego de dos derrotas en fila
Por Ignacio Serrano
ElEmergente.com
El venezolano William Cuevas tomó la pelota este jueves, sin posibilidad de mañana, y lanzó una joya en Corea del Sur, su mejor juego de la temporada, para darle la victoria a las Maravillas de KT y descontar en la serie de playoffs ante los Osos de Doosan.
El club del caraqueño perdió los primeros dos choques del tope, pautado al mejor de cinco encuentros, y está desde el martes al borde de la eliminación. Pero Cuevas se fajó contra Raúl Alcántara y completó ocho entradas, en las que apenas aisló tres hits, sin boletos.
Fue su segunda presentación en la postemporada, después de un relevo desafortunado contra los propios Osos, en el que no pudo completar un out.
La agencia Yonhap News apuntó que, por el contraste, se trató de una redención para Cuevas. Pero esa redención tuvo otras aristas, ya que el diestro tenía 5.02 de efectividad en 2020 ante Doosan.
EL DATO. El dominio de William Cuevas quedó patentizado con su buen inicio: necesitó apenas 15 pitcheos para retirar a los primeros seis hombres y toleró su primer hit en el tercer acto
Él y Alcántara mantuvieron la pizarra 0-0 en los primeros siete actos. Pero un rally de cinco rayitas en la alta de octavo le dio ventaja inalcanzable a las Maravillas.
Esta es la segunda campaña de Cuevas en la KBO, luego de ser parte de la conquista de los Medias Rojas en la Serie Mundial de 2018.
Las lesiones afectaron su desempeño y terminó con 4.10 de efectividad en 27 aperturas, después de poner 3.62 en 30 incursiones el año anterior.
El KT Wiz necesita ganar dos veces más, sin aceptar derrotas, para garantizar otro inicio de Cuevas en la postemporada. Es el único criollo presente en esta instancia.
Los Dinosaurios de NC, líderes de la zafra regular, esperan por un adversario en la final, que se disputará la semana entrante.
Por Ignacio Serrano
