EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
No. Nada que hagan los Astros en 2020 va a borrar lo ocurrido en 2017. El presente puede escribirse. El futuro puede cambiarse. Pero el pasado no. Y esa es una de las historias mƔs tristes que recordaremos de este aƱo, cuando hagamos el recuento de lo sucedido en el deporte de nuestros amores.
Durante el Spring Training, cuando el dueƱo de los siderales, Jim Crane, aceptó de mala manera el pĆ©simo proceder de su escuadra tres temporadas atrĆ”s, sus peloteros dijeron a la prensa que probarĆan en esta campaƱa que eran capaces de jugar bajo presión y de ganar sin ayudas ilegales.
Vimos a José Altuve rechazar entonces la posibilidad de alegar inocencia, aunque sus propios compañeros y las pruebas disponibles indicaban que no se aprovechó de la ayuda que mÔs allÔ de lo permitido por el reglamento tuvieron muchos de sus compañeros.
Altuve se vio enlodado por una componenda que al parecer no apoyó, pues lamentablemente no la denunció a lo interno, con algĆŗn correo electrónico o mensaje de texto a Crane, al entonces gerente general Jeff Luhnow o al finalmente depuesto manager A.J. Hinch. Con solo eso habrĆa probado su inocencia y habrĆa limpiado su nombre incluso de la sospecha de haber callado a sabiendas.
En cambio, pese a no haber apoyado la transgresión, su imagen ha quedado desgraciadamente vinculada al escÔndalo, aunque eso sea injusto.
Es un tema al que ya dedicamos una columna, allĆ” en febrero.
El eco de lo sucedido en 2017 aún suena fuerte. Los récords de Altuve en esta postemporada generan comentarios de la fanaticada en uno y otro sentido. Algunos, solidarios con el camarero de Houston, asumen que sus tablazos continuados son la mejor prueba de su carÔcter y su talento. Otros, mordaces, preguntan en las redes sociales si no habrÔ que quitarle la camisa para comprobar que estÔ jugando sin ayudas.
DigĆ”moslo de nuevo: todo apunta a que el jugador criado en Maracay fue inocente, en cuanto a que fue uno de los pocos que no se aprovechó de la trampa. Es, lo dicho, una historia tristĆsima, de la que no merecĆa ser parte alguien con su recorrido e historial. Pero eso no tiene remedio ya.
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Mueven menos a la solidaridad, sin embargo, las declaraciones de algunos de sus compaƱeros. En lugar de callar y seguir adelante, de jugar para ganar, a fin de demostrar que el talento estĆ” allĆ, que siempre lo estuvo, pero sin jactancias ni revanchas, nos hemos topado con desafĆos verbales.
Carlos Correa fue el primero. El puertorriqueƱo declaró esto, al eliminar a los Mellizos en las Series del Wildcard: "SĆ© que muchos estĆ”n molestos. SĆ© que muchos no querĆan vernos aquĆ. Pero ¿quĆ© van a decir ahora?".
Y es menester preguntarle a Correa: ¿quĆ© han desmentido en 2020, para que ´Ć©l asuma tal arrogancia? ¿Acaso ganar en esta postemporada borra lo sucedido tres aƱos atrĆ”s? ¿No era mejor seguir callado, dejar que los hechos hablaran? Porque, seamos claros, los Astros podrĆan ganar hasta la Serie Mundial. Tienen equipo para eso. Incluso han podido coronarse en 2017 sin romper las reglas, algo que nunca sabremos... porque las rompieron.
Y ese es, al final, el punto crucial: lo que hagan en el presente, lo que logren en el futuro, no va a cambiar el pasado. El propio campocorto boricua admitió en febrero su error y el de casi todos sus compaƱeros. ¿Borra ese error que hayan avanzado en estos playoffs? No. Pero aquella disculpa sĆ se borra con la jactancia de ahora.
Lance McCullers Jr. dijo durante la serie contra los AtlĆ©ticos que la suya era una novena modesta, sin grandes nombres ni grandes chequeras. Que esa era la verdadera reivindicación de los texanos. Lo decĆa durante la confrontación ante los AtlĆ©ticos, uno de los clubes de mercado mĆ”s pequeƱo, que les arrebató el banderĆn divisional en buena lid.
Lo decĆa el mismo pitcher que es compaƱero de Zack Greinke, cuyo salario anual es de 32 millones de dólares; y de Justin Verlander (33 millones), Altuve (26 millones), George Springer (22,5 millones)...
Y lo decĆa sin que se le moviera un mĆŗsculo de la cara, McCullers.
La realidad le dio una bofetada al lanzador. Dos dĆas despuĆ©s de asumir el rol de vĆctima, empezaba la Serie de Campeonato contra los Rays. El lineup entero de Tampa Bay sumaba 12,5 millones de dólares en salarios este aƱo, despuĆ©s de calcular el prorrateo debido a la pandemia. Solamente Altuve cobró mĆ”s que eso, 12,7 millones, en 2020.
Ese dĆa se impusieron los que no tienen grandes nombres ni chequeras abultadas. Y no, no hablamos de los Astros.
No tiene sentido seguir condenÔndolos por la falta que cometieron. Esa mancha quedarÔ allà para siempre, lamentablemente. No importa lo que hagan, no importa ni siquiera que algunos fueran inocentes. Faltaron como equipo y como equipo pasaron a la historia de las trampas en el beisbol. Aunque sea triste, aunque sea injusto en algunos casos en especial.
Ganar este aƱo no cambiarĆ” eso. ServirĆ”, en todo caso, para demostrar que violar las reglas fue estĆŗpido, porque con ese talento no les hacĆa falta romper las normas.
Desafiar al pĆŗblico, como acaban de hacer Correa y McCullers, tampoco lo cambiarĆ” el error. Por el contrario, mantener esa actitud terminarĆ” de cancelar la posibilidad de conseguir algĆŗn dĆa algo parecido a una redención.
Ignacio Serrano
Excelente reflexión.
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