EL EMERGENTE. ¿Arruinó Jim Joyce la carrera de Armando Galarraga?

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
El Juego Perfecto de 28 outs que dio fama a Armando
Galarraga puede dar pie a muchas conversaciones. Una de ellas es parte de la
leyenda beisbolera según la cual el error cometido por el umpire Jim Joyce
arruinó la carrera del lanzador venezolano.
¿De verdad fue así? ¿Era Galarraga un prometedor prospecto,
un pitcher en ascenso que, por culpa de Joyce, quedó con un daño irreparable en
su autoestima competitiva?

La respuesta es no. El mito no pasa de ser eso, un mito, y
hay pruebas que permiten desmontarlo.
Galarraga sí llegó a ser prospecto. Firmó con los Expos de
Montreal en la última década del siglo pasado, tenía muy buena estatura y en la
primera parte de su recorrido en las Ligas Menores mostró capacidad ponchadora.
Pronto se topó con un escollo importante, sin embargo: las lesiones. Antes de
ser bigleaguer ya había pasado por el quirófano, tuvo que someterse a la
Cirugía Tommy John, y cuando por fin saltó a las Mayores, en 2007, con los
Rangers de Texas, había tenido que reinventarse.
Ya para entonces contaba 25 años de edad y trataba de empezar
a vivir de su control, de engañar a los rivales y forzar batazos sin fuerza.
Sonó la campanada en 2008. Había sido cambiado a los Tigres
de Detroit y desde su estreno con los bengalíes dio buenas noticias. Se adueñó
de un lugar en la rotación, de manera feliz e inesperada, y terminó la justa
con efectividad de 3.73, con récord de 13-7.
Eso, y el perfecto que Joyce estropeó en el último aliento, consolidan
la leyenda de su desplome después de aquel 2 de junio de 2010.
El punto es que el Galarraga antes la hazaña es casi el
mismo que vino después. Su única cosecha sobresaliente fue aquella de 2008. En
sus otros cinco torneos en la Gran Carpa tuvo efectividades de 6.23, 5.64,
4.49, 5.91 y 6.75.
Entre 2007 y 2009, su efectividad ajustada muestra que fue
un pitcher tres por ciento por debajo del promedio de lo que hicieron sus
colegas en ese mismo lapso, en los estadios por donde él pasó. Y entre 2010 y
2012, su rendimiento fue 18 por ciento inferior a la media.

Las molestias físicas, que siempre le persiguieron, le
cobraron un impuesto que le haría más difícil imponerse a los contrarios. Es
falso que dejara de ser un competidor de un día para otro, después del yerro de
Joyce. Aquel campeonato lo comenzó en las granjas de los bengalíes. Fue subido
en mayo. Antes del 2 de junio, tenía 4.50 de efectividad. Después de esa fecha,
tuvo 4.82. No hay dos caras, no hay luces y sombras. Hay un patrón que nos
habla de cosechas discretas.
Como ya no era un ponchador, trató de sobrevivir como un
equilibrista en el montículo desde que dio el salto. Algunos lo han hecho con
maestría, como Greg Maddux. Otros han podido apilar temporadas, sobreponiéndose
a las carencias, como en su momento Freddy García. Si Galarraga hubiera sido
más controlado, si hubiera recibido menos jonrones, tal vez habría seguido
arriba por más tiempo. Pero sobre todo, lo habría logrado si el cuerpo le
hubiera respondido mejor.
Fue operado unas tres veces. Y como recuerda ahora —la entrevista
que le hizo Marcos Grunfeld en The
Beatwriter
es particularmente esclarecedora—, cada vez le fue costando más
recuperarse de las molestias.

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¿Qué Joyce cambió su vida? No, en cuanto a que siguió siendo
el mismo serpentinero, con sus limitaciones y luchas, sin grandes numeritos
antes ni después, salvo en 2008, cuando entusiasmó a la Ciudad del Motor y a
toda Venezuela con su único torneo positivo, dos años antes de su joya.
En cambio, aquella noche, el evidente fallo arbitral, la
manera en que ambos protagonistas reaccionaron y el ejemplo de valores y
virtudes que sentaron fue tal, que Galarraga consiguió un lugar en la historia
del beisbol que no habría logrado de haber completado aquella hazaña. Así que
el error sí lo cambió, pero para mejor.
Veámoslo de este modo: hay que buscar en Baseball Almanac o en Wikipedia para recitar la lista
completa de los autores de juegos perfectos en la MLB. Varios de esos nombres han
sido olvidados incluso por muchos conocedores de este deporte. Pero ningún
aficionado medianamente informado deja de responder la pregunta sobre quién fue
el autor del Juego Perfecto de 28 outs, el que arruinó un umpire de manera tan
evidente, cuando solo faltaba un bateador más.


Galarraga lo expresa con una frase afortunada, que le
escuchamos en su charla con Joyce y Grunfeld: “Yo tuve la suerte de haber
tenido mala suerte”. Y es verdad.
Por eso, su caso es único. Por eso será siempre una figura inolvidable
en los diamantes.

Ignacio Serrano

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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