EL EMERGENTE. 3 historias del inolvidable Chico Carrasquel

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
El cronista llegó tarde a la carrera del Chico Carrasquel.
Su último año en el beisbol profesional, como suplente de los Tigres de Aragua,
fue el año de nacimiento de este columnista. Tuvimos la suerte de verle en los
estadios, de hablar con él y seguirle en otros roles, como el de piloto o
comentarista. Nos faltó verle en acción en las paradas cortas. Fue un shortstop
ágil, elegante y distinto a todos en su tiempo, según los testigos. Mejor que
Phil Rizzuto, mejor que Marty Marion, mejor que Lou Boudreau.
El Chico es inolvidable. Y porque este 18 de abril festejamos
70 años de su debut en las Grandes Ligas, hacemos memoria sobre algunas
historias poco contadas del legendario caraqueño.

Carrasquel es uno de esos ejemplos que los fanáticos de ayer
y hoy asoman cuando critican la ausencia de los bigleaguers en nuestra pelota.
Sí, él y sus colegas en los años 50, 60 y 70 “se bajaban del avión y se ponían
el uniforme de sus equipos en Venezuela”, afirma la conseja.
Es cierto. Así sucedía. Pero más allá de las razones
económicas —el sueldo en las Mayores era bajo, y los ingresos en el Caribe
podían igualar lo recibido allá, haciendo necesario el redoble laboral—, el
nunca haber descansado pudo haber recortado su carrera allá.

Carrasquel fue enviado a la banca de los patiblancos a
mediados de 1955. Había sido llamado al Juego de Estrellas en cuatro de sus primeras
seis campañas, incluyendo aquella en la que caía en desgracia. ¿Y por qué ese
ostracismo temporal?
El desaparecido diario Times
Daily
publicó una pista de lo que sucedió en su edición del 12 de julio de
1955. El periodista Gayle Talbot citaba a un manager de la Liga Americana que hablaba
bajo la condición de anonimato. La nota abordaba el supuesto desinterés del que
acusaban al venezolano, la razón por la que le dejaban transitoriamente en la
banca, y el técnico interpelado citó la pelota invernal como un posible motivo
de la merma del criollo.
“Ellos juegan todo el año, todo el verano aquí y luego todo
el invierno en sus casas”, explicó el estratega. “Nunca tienen chance de
sentarse entre una y otra campaña de Grandes Ligas. El beisbol se convierte en
un trabajo para ellos”.
El anónimo timonel asegura que vio en Carrasquel a “un
shortstop tan bueno como el mejor que haya podido ver”. Pero también hablaba de
su agotamiento, de verle decaer antes de tiempo. El Chico tenía 27 años de
edad, pero lo mejor de su camino empezaba a quedar detrás.
Veamos uno de varios ejemplos que podríamos tomar. En 1951,
disputó unas dos decenas de encuentros primaverales a partir de marzo, sumó 147
duelos con Chicago entre abril y septiembre, se reportó al Cervecería y
participó en 55 topes más entre octubre y febrero, cerrando con la Serie del
Caribe. Luego de eso, y tras hacer las maletas, de nuevo marchó al Spring
Training.
Hay una anécdota maravillosa que el periodista Efraín
Zavarce recordó este viernes y que aparece en la magnífica biografía de
Aparicio que escribió el colega Augusto Cárdenas. El 17 de abril de 1956, los
Medias Blancas y los Indios se midieron en el Comiskey, con el zuliano en el
short de los patiblancos y el capitalino en la misma posición de la tribu. Pero
ha podido ser diferente.
Cleveland quiso firmar al marabino, siendo un prospecto veinteañero
de enorme futuro. Ofrecieron 5.000 dólares como bono, una buena cantidad
entonces, pero recibieron una negativa. En cambio, Frank Lane contó con la
ayuda de Carrasquel para meterse en la puja por el astro en ascenso. Además,
ofreció pagarle 10.000 dólares, divididos en dos partes: 4.000 al momento de la
firma y 6.000 más al reportarse a las Menores.
Aparicio aceptó. Y ojo, que aquello pudo haber sido un
escándalo, de haber sucedido hoy. Las reglas obligaban a poner en el roster de la
Gran Carpa a todo pelotero que diera el salto con un bono superior a 4.000
dólares, so pena de perderlo a través del Draft de la Regla 5. Así fue que los
Piratas de Pittsburgh le arrebataron a los Dodgers de Brooklyn nada menos que a
Roberto Clemente, y por eso los propios Dodgers subieron de inmediato a Sandy
Koufax, aunque no estaba listo, a fin de no verlo marcharse también.
Si los padres de Aparicio hubieran aceptado la propuesta
inicial de Hank Greenberg, gerente de los indígenas, quizás aquel 17 de abril
el zuliano hubiera sido el torpedero de Cleveland y Carrasquel habría vuelto a
alinear con Chicago. En cambio, vistieron esa tarde los uniformes contrarios.

Al Chico lo encontramos una noche en el US Cellular Field,
en 2001. Conversar con él era una experiencia encantadora. Conservó la chispa y
el buen hablar hasta el último día de su vida.
Durante un par de horas recorrimos varios temas, sentados en
el comedor del palco de prensa. Ya antes hemos referido esta anécdota. Todos
los que pasaban por allí, desde el señor mexicano que limpiaba el sitio hasta gerentes
de la novena, periodistas y empleados medios, todos repetían una fórmula al ir
y venir cerca de nosotros.
“Hola, Chico”. “Qué tal, Chico”. Así, todos. En español,
todos. Porque esa fue, quizás, la característica más perdurable de aquel que
prestó su sonrisa al mote que hablaba del “equipo de las caras bonitas”, la
primera estrella absoluta en el firmamento beisbolero nativo: la simpatía, su
carácter, esa manera de ser que pintaba lo mejor de la venezolanidad de su
tiempo.
Venezuela tuvo muchos grandeligas que superaron sus logros
en la segunda mitad de siglo 20. Pero es difícil que alguno haya sido más
querido que Carrasquel.

Columna publicada en ElNacional.com, el sábado 18 de abril de 2020.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor. Escribo sobre beisbol desde 1985. Dirijo ElEmergente.com. Soy comentarista en el circuito radial del Cardenales de Lara y en Televen, tanto en las transmisiones de la LVBP como en la MLB. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

4 COMENTARIOS

  1. Buenos días querido colega. Estoy completamente de acuerdo contigo en cuanto al carisma de Alfonso. Yo lo entrevisté y compartí con él en varias ocasiones. Por supuesto que también lo vi jugar. Fue un fuera de serie como pelotero y como persona.

  2. Hola Ignacio, saludos cordiales. Una vez leí una anécdota de Chico que no se si fue cierto, era sobre una vez que quiso entrar al estadio de PLC y no le dejaba entrar el guardia de seguridad y el decía que en Chicago tenía un palco reservado en la tribuna central para cada juego que quisiera ir y que en PLC que el estadio llevaba su nombre no querían dejarlo entrar…¿sería esto verdad? ¿Lo escuchaste alguna vez?

  3. Otra anécdota fue el tiempo en las menores que pasó comiendo tortillas de jamon, no por falta de dinero sino porque sólo sabia decir "Jam and eggs"

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