Omar Vizquel nunca pensó que su foto estaría en las primeras planas

Fecha:

El 11 veces ganador
del Guante de Oro en la MLB, el venezolano con más hits y más temporadas en las
Grande Ligas, mira hacia atrás para recorrer los 35 años que han pasado desde
su debut en el beisbol profesional, que ocurrió un 31 de octubre, pero de 1984,
cuando se estrenó con el Caracas
Por Ignacio Serrano
ElNacional.com
Omar Vizquel no recuerda bien cómo fue su primer juego en el
beisbol profesional. Aquello, que sucedió el 31 de octubre de 1984, hace
exactamente 35 años, era un sueño cumplido para el niño que había jugado en el
mismo estadio Universitario un tiempo atrás, en un Campeonato Mundial Infantil.
Le tocaba defender a los Leones del Caracas, siendo un
novato entre veteranos y bigleaguers. Aquellos melenudos estaban en medio de una
dinastía que encabezaban algunos de los ídolos del por entonces joven
campocorto, cuyas manos habían cautivado a Oscar Prieto Párraga y a los scouts
de los Marineros de Seattle.
Faltaban cinco años para su estreno en las Mayores, nueve para
su primer galardón dorado y 28 para su retiro como jugador. Hoy, como manager
en las Ligas Menores, mira con reposo y algo de asombro cuántas cosas han
pasado desde que debutó en la LVBP. Y no deja de soñar.

-Todos experimentamos
muchos cambios, comparando quienes somos con el adolescente que una vez fuimos.
Pero ¿hay algo que te resulte especialmente sorprendente de todo lo que debes haber
cambiado en estos 35 años, desde tu debut?
-Nadie puede ser el mismo a los 50 años de edad, comparándolo
con sus 17. Muchos eventos cambian tu vida. Firmas con la ilusión de llegar a
ser un gran pelotero y entonces es un juego, que poco a poco se va convirtiendo
en competencia, pasando a ser una responsabilidad con el equipo, con el
uniforme. Luego de eso, te conviertes en un esclavo del gimnasio, para mejorar
tu juego, porque te ves a punto de llegar a las Grandes Ligas, que es tu sueño.
Después, aunque ya llegaste, tienes que mantenerte. Sigues practicando,
tratando de ser el mejor de la liga. Más adelante viene tu primer Guante de
Oro, una responsabilidad que debes compartir con tus compañeros. La
experiencia, todo ese trabajo, el esfuerzo te hacen aprender de tus errores, de
tus triunfos. Sobre todo, aprendes de las derrotas, que te enseñan lo que debes
mejorar. Llega el dinero, que puede cambiar muchas cosas. Debes saber ponerlo
en un lugar que sea beneficioso para ti. Luego viene la familia y aprendes a
ser un hombre de verdad, cambia tu manera de ver la vida, porque ahora eres
cabeza de familia, eres responsable y debes pensar por tus hijos, su futuro,
dónde van a estudiar. Han pasado muchísimas cosas. Y luego tienes que pensar en
el declive, cuando tu carrera se va acabando, qué vas a hacer después. Todo eso
me ha convertido en una persona madura. Hoy veo el juego como lo que es: un
negocio. Si no rindes para el equipo, te van a dejar ir.
-¿Qué recuerdos
guardas de aquel primer encuentro? ¿Tienes en la memoria cuando llegaste al
estadio, cuando saliste al terreno? ¿Sabías que ibas a jugar, fue algo
inesperado?
-Wow, no me acuerdo exactamente de mi primer juego. Sé que
tuve experiencias muy bonitas a mis 18 años de edad, porque estaba jugando con
peloteros de la talla de Baudilio Díaz y Antonio Armas, que estaban en ese
momento con el equipo y eran mis ídolos. Fue increíble. La primera vez que salí
en el periódico fue en El Nacional,
por esos días. Recuerdo que fue una foto en la que estaba tirándome de cabeza,
un domingo, y al día siguiente todos mis compañeros me llamaron a la casa para
felicitarme, porque me habían visto en el diario. Eso fue un gran impacto para
mí, porque nunca pensé que iba a estar en las primeras planas de un periódico.
Fueron momentos muy agradables. Fue muy bonito tener a todos esos compañeros
grandeligas, cuando yo estaba en Clase A. Recuerdo que los profesores que eran
fanáticos del beisbol iban a los juegos, a auparme. “Hey flojo, ¿te acuerdas de
mí?”, me decían. Y por supuesto, estaban mis compañeros del salón de clase, porque
yo apenas tenía 18 años de edad y me acababa de graduar. La familia iba siempre
a auparme también, con la expectativa de ver si iba a jugar ese día o no.
-Si pudieras hablarle
al Omar Vizquel que hace 35 años estaba por debutar en el beisbol profesional,
¿qué le dirías hoy? ¿Qué le aconsejarías?
-A un Omar Vizquel de 17 años de edad le daría hoy los mismos
consejos que escuché entonces. Siempre estaba oyendo anécdotas de los muchachos
que estaban viajando a Estados Unidos: cómo tenía que hablar inglés para
desenvolverme, lo responsable que debía ser con el horario, el comportamiento y
todas esas cosas. Todo eso se lo repito a los muchachos que están entrando a
este mundo, porque es difícil. Si tienes una mala escogencia de tus actos, eso
puede llevarte a tener malos resultados. Esos valores pueden mantenerte en el
beisbol y pueden ayudarte a desarrollarte, no solo como pelotero, sino como
persona, integralmente. Este es un ambiente muy difícil, donde hay mucha
envidia, mucho dinero involucrado, cosas a las que no estamos acostumbrados:
drogas, mujeres, alcohol, muchas cosas que pueden influirte de mala forma, que
puede tener un impacto negativo en ti.
-Humberto Acosta te
preguntó en 1984 si creías posible llegar a las Grandes Ligas siendo tan
bajito. Respondiste que si Pompeyo Davalillo llegó, tú llegarías también. Hoy
parece no darse ya ese tipo de discusiones en el beisbol, sobre la falta de capacidad
de los bajitos, ¿qué te parece eso?
-Creo que lo de la estatura ya no lo ve nadie, con tal de que
te vean las condiciones, que proyecten algo positivo sobre ti sobre la manera en
que fildeas, corres o juegas. El ejemplo más importante que tenemos es José Altuve,
que ha hecho milagros en las Grandes Ligas. Es uno de los mejores peloteros que
hay. Los latinos, especialmente, podemos relacionarnos con él, porque muchos somos
pequeños de estatura. Que él y que yo hayamos tenido éxito, es prueba de que no
es necesario ser grande para triunfar.
-Han sido muchos
logros en estos 35 años. ¿Qué sueños quedan por cumplirse?
-Miro hacia atrás y veo un sinfín de cosas que no imaginé
que iba a lograr. He tenido una carrera muy fructífera. Me siento muy satisfecho
con las cosas que he logrado. Por supuesto que siempre hay algo después de eso,
como el hecho de ser manager o coach de un equipo, cosa que he sido en los
últimos años y me encanta. Me ha permitido algo nuevo, especialmente de la manera
en que se está llevando el juego hoy en día, con la sabermetría. Entender estas
nuevas fórmulas que los equipos están empleando para dirigir es algo muy
interesante que estoy viviendo ahora y me gusta mucho. Es interesante saber
todas esas cosas nuevas que salen de los analistas del beisbol. Ojalá que tenga
algún día la oportunidad de ser manager en las Grandes Ligas. La oportunidad de
ser un Salón de la Fama no me quita el sueño. Pero estar todavía allí, en las
papeletas de votación, es algo que puede convertirse en el tope de mi carrera.
Ser reconocido parte de la historia del beisbol sería muy bonito, un orgullo
súper especial, ver mi carrera reconocida de esa forma. Porque al Salón de la
Fama solamente entra lo mejor, lo más especial. No me quita el sueño ni es una
meta, pero sería algo muy bonito.

Publicado en ElNacional.com, el jueves 31 de octubre de 2019.

Ignacio Serrano

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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