La bitácora del Magallanes y el próximo plan de navegación

Magallanes tuvo muy clara la ruta después del naufragio
ocurrido en enero pasado. La falta de pitcheo, sobre todo pitcheo abridor, era
una necesidad que le costó a la nave un mejor resultado y puso a la gerencia a
buscar en el mercado la manera de atender la urgencia, una vez cayó el último
out de la temporada 2018-2019.

Los turcos fueron sumando, progresivamente, a Yohán Pino,
Wilfredo Boscán, Henderson Álvarez y Alex Torres, y en plena zafra Omar Poveda.
Lograron el permiso para Yohander Méndez y Erick Leal, regresó un Toro Zambrano
delgadísimo y vieron florecer al novato Ricardo Sánchez desde el día inaugural.

Parecía suficiente material como para llegar con alivio a
estos playoffs, sin los apremios de hace 12 meses, cuando importados con poca
proyección dejaron escapar las series ante Caribes y Cardenales, los mismo verdugos
de esta oportunidad.

No puede culparse, en ese sentido, a un alto mando que lo
intentó. Faltaban brazos y los consiguió. Faltaban bateadores de poder, ante el
retiro de Mario Lissón, la sanción al Cacao Valdez y la incertidumbre de Adonis
García, contratado en Corea del Sur, y llegó Delmon Young, el extranjero de
mayor cartel en varios años, y luego el colombiano Reynaldo Rodríguez, a quien
las Águilas del Zulia no pudieron retener.

Los Navegantes clasificaron primeros y con justicia. Luis
Dorante volvió a mostrarse como un motivador, un artista para empujar a los suyos
hacia la postemporada, tras pasar el despido de Omar Malavé, en medio del peor
bajón que sufrió el equipo antes de hacer su último viaje a Puerto La Cruz.

Tuvo el manager en sus manos un mejor destino, quizás. Aquel
tercer duelo en el Chico Carrasquel pudo decidir el duelo ante Anzoátegui, pero
el infortunio, la mala ejecución de una jugada de rutina y puntuales decisiones
tácticas fueron aprovechadas por la tribu, iniciando una remontada que terminó
enviando a los bucaneros al wildcard y, en consecuencia, poniéndole frente al
club con el mejor pitcheo y defensa, la kriptonita de sus reputados jonroneros.

¿Pudo ser diferente el resultado final? Quizás sí. Quizás
no. Para alzar la corona había que superar a los otros siete, tarde o temprano.
Pero no parecía lo mismo, jugar en ese momento contra los crepusculares que
ante sus Eternos Rivales.

La falta de ofensiva cuando más necesidad hubo fue
consecuencia lógica y muy frecuente de este tipo de confrontaciones, cuando los
adversarios ponen buenos monticulistas. Ya se sabe cuál es el nombre del juego,
y Dorante llegó a la semifinal precisamente con fallas en su pitcheo, con una
rotación reestructurada para la ocasión, encabezada por un monticulista que
habían removido del cuarteto, debido a sus problemas en diciembre, y un bullpen
con lo justo, que en el extrainning de Valencia mostró que no podría ganarle un
maratón a los siete brazos de primera que usaron los larenses para los trabajos
cortos.

La conclusión, después de 12 meses vuelve a ser la misma:
hay que seguir fortaleciendo el staff. Pino, Boscán y Sánchez ofrecen un piso
desde donde empezar, ahora con la certidumbre de que toca reforzar también el
cuerpo de bomberos. Es la próxima tarea, en la ruta que conduce a ese buen
puerto donde espera atracar pronto la legión magallanera.