“El árbitro es como el pelotero: debe ir al gimnasio a diario”

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Tiempos pretéritos, en una final. A la izquierda, los grandeligas Manuel González y Carlos Torres. Hernández es
el de menor estatura / Prensa LVBP



Miguel
Hernández, supervisor de umpires de la LVBP, lleva adelante la
segunda temporada de arbitraje con puros criollos, aunque sin sus más
experimentadas fichas, que decidieron quedarse en el extranjero. Retirado hace cinco años, todavía echa de menos cantar bolas y strikes

Por Ignacio Serrano
El-Nacional.com
Han pasado cinco años desde que Miguel Hernández dejó de
cantar bolas y strikes, aunque hay algo de retórica en eso. De vez en cuando,
da el ejemplo en la Venezuelan Umpire
Camp
, el proyecto que dirige en el centro del país y que se ha convertido
en referencia en el Caribe.
De la fábrica de árbitros de la LVBP han salido decenas de
hombres de azul, incluyendo poco más de una docena que ha ido a insertarse en las
Ligas Menores. El proceso que le planteó Oscar Prieto Párraga, entonces presidente
del circuito local, ha avanzado a pesar de las dificultades: hoy, el supervisor
de árbitros del circuito local cuenta con un equipo de puros criollos por
segundo año, aunque no están presentes los más experimentados, una ausencia
particularmente notable porque dos son grandeligas.
De pequeña estatura y trato cordial, hay que conocerlo para
saber que alguna vez impuso autoridad entre peloteros llevados por la ira y con
dos metros de estatura.
-¿Cómo se prepara un
umpire? ¿Cómo es su pretemporada?
-Trabajamos por siete u ocho días con el señor Jorge Bauzá, de
MLB. Se reciben las nuevas pautas, se revisan las reglas oficiales… pero el
trabajo del árbitro no termina con el último out de la final. Tiene que
prepararse para el Spring Training, para la Summer League, para su temporada de
verano. Y cuando terminan esos compromisos, ya están en forma para la LVBP.
Aunque siempre les hacemos un test de Cooper, porque en el pasado notamos que
las condiciones físicas mermaban en el séptimo inning y comenzaban a fallar en
varias cosas, justamente cuando aflora la estrategia de los equipos.
-¿Se practican las
jugadas, las rotaciones?
-Trabajamos en los juegos de pretemporada, para que vayan
entrenándose en sus reacciones, su colocación. Es algo que se va logrando con
el roce, el día a día, pero la pretemporada de un árbitro puede ser tan fuerte como
la de un jugador.
-¿Y cómo se ajustan
las piezas durante el torneo?
-Evaluamos su instinto, reacción, colocaciones y
apreciación. En esas cuatro cosas podemos notar si está cansado, si necesita
dos o tres días de pausa. El trabajo mental a veces es más difícil que el
físico. Evaluamos todo eso, repasamos las reglas oficiales, su aplicación,
seguridad y confianza, la manera de hacer los reportes. Todo eso nos hace notar
el cansancio o el desarrollo. Y así como un pelotero quiere ser el Jugador Más
Valioso, los árbitros quieren ganar el Premio Gualberto Acosta al Umpire del
Año.
-¿Alguna decisión
reciente le ha hecho sentir orgulloso de los pupilos?
-La confiscación del juego entre Caribes y Magallanes me dio
a entender que sí hay madurez y credibilidad para entregar un encuentro tan
importante a este grupo de muchachos. También la interferencia del fanático en
Maracaibo, en el juego entre Cardenales y Águilas, pienso que manejaron la
situación con mucho aplomo. Me sentí orgulloso de Jorge Terán en la final de
hace dos años, con Lara y Zulia, en aquella situación con el público. Antes era
difícil ver actuar así a un joven umpire. Hay errores y mucho camino que
recorrer, pero vamos en la senda correcta.
-¿Quién más supervisa
a los árbitros? Usted no puede estar en las cuatro plazas todos los días.
-La parte económica no nos ayuda. Hemos pasado un proyecto a
la liga, para incorporar supervisores en otras plazas, aquellos árbitros que
fueron íconos, como Francisco Ramírez o Henry León. Los jefes de grupo hacen un
excelente trabajo, pero hay cosas que se escapan por ahora, lamentablemente.
-Erick Gregg, el
primer umpire negro en la MLB, comenzó siendo entallado y engordó muchísimo,
bajo el supuesto de que mientras más gordo era, más respeto imponía. ¿Por qué eso
ya no es así?
-Porque denotábamos el cansancio. Establecimos un
entrenamiento para ellos: después del desayuno van al gimnasio todos los días,
a menos que estén viajando. Eso fue inculcado en la Venezuelan Umpire Camp desde hace ocho años. La capacidad muscular,
las condiciones aeróbicas y anaeróbicas, todo eso es importante. Alojamos a los
árbitros en hoteles que tengan gimnasio, porque ellos, como los peloteros, deben
trabajar a diario.
-Luego de su carrera
como umpire, se dedicó a supervisar a sus colegas, siendo muy joven. ¿Qué es lo
que más echa de menos?
-Tenía la posibilidad de repetir en el Clásico Mundial de
Beisbol y tuve que rechazarlo. Extraño mucho el terreno. Dios me puso en el
camino de la formación y lo he asumido con mucho compromiso, pero ponerse el
uniforme era algo especial. Esta es una carrera que se sigue por vocación.
-¿Qué era lo que más
disfrutaba?
-Tantas cosas. Solamente salir al terreno, manejar con
inteligencia los momentos que requerían control en el juego. Yo lo hacía,
aunque por mi corta estatura no irradiaba lo contrario. Dominar con
inteligencia y astucia a un pelotero de 1,90 o dos metros, teniendo yo 1,65, era
algo que gozaba. Y vi pitchear a Félix Hernández en su primer juego, jugar a
Miguel Cabrera muy jovencito. Disfruté mucho, gracias a Henry León. Es muy inteligente.
Con él aprendí a conocer el juego como tal. Él sabía hasta cuándo venía recta,
curva o cambio, disfrutaba mucho sus charlas post juego. Era apasionante cuánto
podía aprender con él.
-¿Y qué cosa no le
gustaba?
-Alejarme de la familia. Dejar a mis hijos pequeños en casa
era difícil. Y venir al día siguiente, luego de un error evidente. Varias veces
me pasó, y enfrentarlo no era fácil. Uno se sentía muy mal, muy mal, por esos
errores, y tenías que levantarte porque sí. Y si por ese error, expulsabas a un
jugador que no lo merecía, era más difícil todavía. Pero yo lo disfruté todo.
No tengo un recuerdo de algo que no me gustara.
-Alguien sin
autocrítica no debería ser árbitro, ¿verdad?
-Así es. A lo mejor sobrevive un tiempo, pero el control del
juego es vital. Requiere liderazgo, y no puedes juzgar a otro si tú mismo no te
revisas, si no reflexionas.
-¿Qué fue lo más raro
que le pasó como umpire?
-Alex Cabrera era primera base en un Caracas-Magallanes,
corría Tomás Pérez, busqué mi mejor colocación y vi entrar la pelota en el
guante. Todavía no sé cómo la fallé. En Meridiano
publicaron que había 22 mil personas en el estadio y que yo fui el único que
vio el out. Al día siguiente vi la repetición, no sé cómo fallé esa jugada,
cómo no vi que la pelota le rebotó del guante y el pecho.
-¿Recuerda sus
sentimientos el día de su debut?
-Fue el 2 de enero de 2000, en Barquisimeto, Cardenales
contra Pastora. Solamente salir del cuarto fue difícil, estaba asustado. Muy nervioso,
pero había que controlarse. Darío Rivero me daba tranquilidad todo el tiempo. Tenía
23 años de edad y debuté en el plato.
-¿Qué conserva de
aquel muchacho?
-Deseos de aprender. Nunca dejas de hacerlo.
-El proyecto del
arbitraje venezolano ya tiene dos grandeligas y varios más en las Menores. ¿Qué
viene ahora?
-Estamos preparándonos para llevar esto a América Latina.
Jorge Bauzá ha sido un gran aliado. Hay proyectos serios para expandir esto a los
países del Caribe. Nos hace falta la profesionalización de los umpires en Latinoamérica
y el mundo. Esto tiene que ser una profesión, no un hobby.
EL DATO
Miguel Hernández nació en Barquisimeto y es paisano de Carlos
Torres, uno de los dos umpires grandeligas de Venezuela (el otro es el carbobeño
Manuel González). Debutó en enero de 2000 y hasta 2013 arbitró en la LVBP, la Venezuelan
Summer League, la Serie del Caribe y el Clásico Mundial de Beisbol, en cuya
edición de ese año oficializó su retiro.

“Purocriollismo”
arbitral
La LVBP emprendió en la zafra pasada el proyecto de contar
con puros criollos en el arbitraje, luego de que MiLB recomendara a su personal
abstenerse de venir a Venezuela, por cuestiones de seguridad personal, y tras
fracasar la prueba con umpires de ligas independientes, de menor nivel.
-¿Qué rescata de este
segundo año con puros árbitros criollos?
-La situación nos llegó sin querer, pero nos habíamos preparado
para ella desde que el doctor Oscar Prieto inició este proyecto. Tenemos mucho
personal joven en nuestras filas, pero le estamos dando mayor preparación para
que lleguen al beisbol organizado. Allá, después de trabajar en juegos de
Caracas y Magallanes, Lara y Caracas, Magallanes y La Guaira, llegas con mayor
madurez.
-¿Y cuáles son las
sombras, que se puede mejorar?
-Hay mucho camino por mejorar, indudablemente. Trabajamos para
que nadie encare a los peloteros, deben escuchar y tener dominio de la
situación. La juventud es algo que también afecta, porque en esta carrera es
muy determinante la madurez. A veces el exceso de confianza les sorprende. A
veces pueden pensar que están por encima de la liga, y la liga los sorprende.
Deben buscar más concentración y enfoque, no dejarse sorprender.
-Así como muchos
peloteros de jerarquía no juegan en la pelota invernal, hay ausencias
importantes entre los umpires y muchos contrastes de experiencia entre árbitros
de una misma cuarteta.
-Los número uno y número dos de cada grupo tienen
experiencia en las Ligas Menores. No ha sido fácil, pero ellos han servido de
guía. Hemos tenido bajas: Jonathan Parra va a Triple A este año y no lo pudimos
tener, tampoco a Raúl Moreno y así otros. Hemos tenido que trabajar mucho en la
actitud. El jugador latino siente más el beisbol en su país, juega con mucha
adrenalina, y hay que vivir con eso en el día a día, en el control de los
encuentros.
Publicado en El-Nacional.com, en la edición digital (no pudo imprimirse en papel el domingo 16 de diciembre por las restricciones a la prensa que existen en Venezuela).


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Ignacio Serrano
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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