Robinson Canó se estrena como quinto bate de los Yanquis a tiempo completo y debe lidiar con algunos fantasmas
Llegó la hora de Robinson Canó.
El dominicano ha tenido sus altas y también algunas bajas desde que se convirtió en el segunda base titular de los Yanquis, en 2005.
Y ahora, con 27 años de edad y cinco temporadas completas en las mayores, en las que nunca ha reunido menos de 500 apariciones legales, Canó recibe el llamado para ocupar, a tiempo completo, uno de los lugares en el medio del lineup del equipo más mediático de las grandes ligas y posiblemente el más productivo, tanto en términos de dinero como de carreras anotadas.
El nativo de San Pedro de Macorís viene de su mejor campaña en las mayores: en 2009 golpeó 25 jonrones, disparó 48 dobles, anotó 103 carreras e impulsó 85. En casi todos los renglones ofensivos impuso marcas personales y consiguió una línea que ya quisieran para sí todos los camareros en la gran carpa, con .320 de average, un promedio de embasado de .352 y .520 de slugging.
Así que Canó ahora es el quinto bate de los Bombarderos. El heredero de Hideki Matsui. Le toca barrer las bases en la alineación de los actuales campeones mundiales.
No se trata de una tarea del todo desconocida para él.
El quisqueyano ya ocupó el quinto peldaño en el orden ofensivo 50 veces, el año pasado. Dio 8 jonrones en ese lugar, pero estuvo lejos de su mejor rendimiento; de hecho, su línea de producción fue inferior en todas sus cotas, con .299/.318/.477. ¿No era mejor dejarlo abajo, convertido en una trampa para los pitchers contrarios?
El coach de bateo de los Yanquis, Kevin Long, está convencido de que la decisión del manager Joe Girardi es la correcta.
“¿Qué me hace pensar que lo puede hacer este año, y no el pasado?”, preguntó el técnico al New York Daily News. “Su madurez. Cuando ‘Robbie’ se enfoca en algo, es capaz de completar la tarea. Esa será su actitud. Estoy esperando que empiece la temporada, para ver lo que es capaz de hacer”.
El propio Canó está contento. ¿Quién no vería como un privilegio estar en el medio de ese grupo de toleteros?
“Por supuesto que esto es un orgullo para mí”, replicó el infielder al New Jersey Record. “Es mucho más que un honor, ser alineado después de Alex Rodríguez y por delante de Jorge Posada”.
Aún hay detalles que corregir en el toletero zurdo de 29 años de edad.
En 2009 únicamente tomó 30 bases por bolas, a pesar de pararse en el plato más de 670 veces en la zafra. Su aceptable promedio de embasado se debe, en buena medida, a su extraordinaria coordinación ojo-mano, que en el pasado campeonato le llevó a conseguir 204 hits y a poncharse únicamente 63 veces, menos de una por cada 10 turnos al bate.
El Record tampoco dejó de citar “la épica batalla que sostuvo para batear con hombres en posición de anotar, que por poco opaca lo que, de otro modo, habría sido un año de consagración”.
Aunque sí fue un año de consagración, pues dejó en el olvido sus problemas de 2008, la única campaña en la que no ha bateado para .300 puntos.
“Robinson ha madurado como persona y como pelotero”, aseguró Girardi a MLB.com. “Me gusta lo que he visto. Tiene tremenda ética de trabajo. Creo que siempre estuvo claro que subiría en el lineup. Tiene la habilidad y las herramientas, pero con los peloteros jóvenes quieres ir más lento, poco a poco”.
Es, pues, la hora de dar un paso al frente y calzar los zapatos de aquellos grandes que batearon en el quinto puesto del equipo más amado y más odiado del beisbol. Para hacerlo, le hará bien seguir algunos consejos.
“Todavía necesita mejorar un poco, en lo que se refiere a la disciplina en la zona de strike”, apuntó Long. “Por eso veníamos alineándolo abajo, aunque tarde o temprano eso tendría que cambiar. Este es el año”.
Canó sacaría provecho si dejara pasar algunos envíos malos a los que habitualmente hace swing, aunque es previsible pensar que tratará de ser agresivo cuando consiga corredores en circulación, una situación habitual en la banda del Bronx.
Pero 2010 y esta mudanza traen consigo otro reto para el petromacorizano: demostrar que su alza con el barquillo no es sólo el producto de la mudanza a la calle del frente, a la ventosa y flamante nueva versión del Yankee Stadium.
Canó tuvo prácticamente la misma cantidad de apariciones legales en casa y en la carretera: 335 y 339. Y su línea ofensiva en cada caso dejó un claro contraste: .338/.370/.541 como homeclub contra .303/.333/.498 como visitante.
No son números malos, es verdad. Especialmente el slugging, que refiere el poder. Es lo que más le exigirán al nuevo quinto bate de los mulos: sumar extrabases para impulsar a sus compañeros, aunque Girardi diga que “no es tan importante el poder, como batear para average”.
Si Canó responde al ritmo del año pasado, sumará empujadas a granel. Él lo sabe.
“Todos aquí saben batear, así que siempre encontrarás hombres en base”, razonó.
Será entonces cuando se enfrente al único fantasma que oscureció su desempeño en el último campeonato, en el que ligó para .202 con corredores en segunda o tercera y .376 con las bases limpias.
“Sé que quien esté detrás de A-Rod tiene que producir, para que a él le tiren strikes”, admitió el dominicano. “Así que deberé dar un paso al frente muy temprano. Tengo claro lo que me pasó el año pasado. Significa mucho para mí que Girardi confíe y me alinee quinto. Él piensa que estoy listo”.
Y tiene que estarlo. Le ha llegado la hora de demostrar que es un grande.
Publicado en Beisbol Mundial, en Nueva York, en abril de 2010.
