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De bateador a lanzador, por el sueño de las Grandes Ligas

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Ignacio Serrano

Elvis Escobar quizás recibió una llamada del destino. A
finales de mayo, en Harrisburg, el patrullero de La Sabana escuchó una orden
improbable. En una necesidad de su equipo, Altoona, sucursal de los Piratas, debió
subir al montículo para completar un juego en el que faltaban lanzadores.

Le ha pasado a muchos venezolanos. David Concepción hizo
historia así, cuando los Rojos le pidieron que relevara y formó con Baudilio
Díaz la primera batería ciento por ciento criolla en las Grandes Ligas.
Como Concepción, Escobar es un pelotero de posición. Es un
jardinero con gran defensa y estupenda velocidad. Pero hay un detalle: su
ofensiva aún no ofrece lo que el departamento de desarrollo de los filibusteros
ha esperado desde hace un lustro.
El varguense hizo lo que pudo. No logró retirar a nadie,
entregó dos bases por bolas, permitió tres hits y dio un pelotazo. Le
fabricaron tres carreras.
Nadie esperaba un inning de tres ponches, pero todo salió
mal. Salvo por un detalle, que llamó la atención del cuerpo técnico: la recta
del varguense viajó a 94 millas por hora.
“No estaba tratando de lanzar, sólo estaba tirando la
pelota”, declaró el jugador al diario Altoona
Mirror
.
Con un average de .151 en esta temporada y un historial que
se resume en promedios de .265/.304/.362 después de seis temporadas, los
bucaneros vieron un filón. Ese brazo ¿no podría ayudar en el morrito? ¿Vale la
pena seguir esperando por un outfielder que quizás pueda convertirse en
suplente en las Mayores, o conviene correr el riesgo de hacerlo pitcher?
Ha pasado antes. Y ha funcionado. Junior Guerra fue receptor
en sus inicios y hoy brilla en la rotación de los Cerveceros. Víctor Zambrano
era shortstop en las categorías inferiores, pero terminó en la MLB como as de
los Rays. Rafael Betancourt también empezó su carrera con la ilusión de emular
a Omar Vizquel, para terminar siendo uno de los mejores setups nativos de todos
los tiempos y uno de los pocos relevistas del patio que se han anotado 30
salvados arriba.
José Ruiz se sumó al grupo últimamente. Fue llamado a la
gran carpa por los Padres en 2017, luego de una rápida transición desde la
receptoría. Hoy se encuentra en las granjas de los Medias Blancas, todavía como
apagafuegos.
Hubo dos comunes denominadores en todos esos casos: la falta
de ofensiva y brazos poderosos, una condición necesaria para jugar en el short,
detrás del plato y en el center. También, claro, es muy útil para un
monticulista. Y con Escobar en Doble A, próximo a cumplir 24 años de edad, ante
la disyuntiva de irse como agente libre al finalizar esta zafra y terminar su
compromiso con los Piratas, ¿por qué no probarlo en otro rol?
El litoralense no ha vuelto a jugar. Ha pasado tres semanas
preparándose para su nueva tarea, aunque todavía aparece en el roster de su
divisa como guardabosques. Acaba de ser puesto en la lista de incapacitados,
aunque no hay mucha información adicional, sólo lo que se ha filtrado en las
redes sociales, donde se le ve soltando el brazo en el bullpen.
“Ellos me dieron a escoger”, confesó Escobar. “Podría
mantenerme como patrullero, pero ahora tengo este chance. ¿Y saben qué? Quizás
llegue a las Grandes Ligas como lanzador”.
¿Por qué no? Ha pasado antes. Y tal vez pase con él.
Columna publicada en El Nacional, el viernes 22 de junio de 2018. 

6 thoughts on “De bateador a lanzador, por el sueño de las Grandes Ligas

  1. Ya con 24 años deberia aceptarlo y q venga a pulir esa recta de 94 millas con mis cardenales de lara y zurdo,,mejor aun,,suerte muchacho q si puedes

  2. Ya con ese historial de jugadores que llegaron a MLB cuando cambiaron para ser lanzadores sin duda que su mejor opcion es aceptar esa nueva propuesta. 94 millas no la venden en la vuelta de la esquina.

    Cuanto quisiera el Kid Rodriguez continuar lanzando 94 millas con todas las artimañas que ahora domina…

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