El Emergente

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¿Es Eleardo Cabrera el futuro de los jardineros criollos?

El Utility
Gerardo Boscán Villasmil
Foto Eddy Pacheco

Eleardo Cabrera comenzó a todo tren su primera temporada en
el beisbol profesional venezolano.

Desde los entrenamientos de las Águilas del
Zulia su nombre retumbó en las redes sociales gracias los miembros del equipo y periodistas
que cubrieron las prácticas.

Su inicio con los rapaces, ya dentro del
calendario, no dejó mal todos aquellos argumentos que lo colocaron, desde el
primer día, en un candidato para el premio al Novato del Año de la Lvbp. Lo
hizo con extraordinaria defensa y resaltantes conexiones.

“Nunca pasó por mi mente tener un arranque así como el que
he tenido”, confesó Cabrera, un jovencito de apenas 20 años, de Guarenas, que
con una sonrisa escucha y responde cada interrogante.
Su nerviosismo es normal. Cuando se tiene su edad estás en
los primeros contactos con los medios. Pero con él, es una muestra un poco más
de inocencia, de estímulo, de humildad entre lo que ha logrado y lo que las
noticias, compañeros y aficionados le hacen ver que podría tener en un futuro.
“Nunca pensé que podría jugar todos los días. Eso es algo
que agradezco al manager y al cuerpo técnico por darme la oportunidad de estar
aquí”, contesta, con un respiro de alivio.
Para jugar en la pelota criolla, sin dudas, hay que tener
talento. Pero no solo basta con tener las cinco herramientas que se tienen como
cartilla para evaluar a un pelotero. Hay una más: el sentido de la oportunidad
y aprovechar cada uno de esos momentos para ayudar a tu equipo a obtener
victorias. Ajustes bastantes drásticos, en comparación con las ligas de
instrucción o menores.
 
“El ajuste más importante ha sido escuchar”, respondió.
“Gracias a Dios, tengo compañeros y técnicos que me han ayudado a decirme cómo
es la liga y, gracias a esos consejos, me he adaptado”.
Actualmente, los jardines zulianos cuentan con mucha
juventud. Una que vio en algún momento a los hermanos Zambrano (Roberto,
Eduardo y José Luis) cubrir las praderas del Luis Aparicio “El Grande”. Más
adelante, vio a Carlos González despegar y, literalmente, volar para atrapar
una bola. También ver los poderosos misiles que lanzó Gerardo Parra para sacar
a un corredor abusivo que deseara tomar una base extra. Y por último, vio la
velocidad y chispa de Ender Inciarte, con la viveza para confundir a los
rivales con una atrapada o lance, sumando un poco de lo que sus predecesores
tuvieron antes.
Este año, la gerencia que comandan Luis Amaro y César Suárez
Jr., se unieron para sumar a Herlis Rodríguez, recientemente a Anthony Jiménez
y colocar de vez en cuando a Bryant Flete. Pero tiene aún más la fortuna de
tener todos los días a un veterano de mil batallas, otro zuliano, Alex Romero.
«Es el que más me ha hablado, sin dudas”, dice muerto
risa, tal vez recordando las conversaciones con el actual campeón bate de la
pelota nacional. “Es una gran persona. Siempre me dice que me quede tranquilo,
que la juegue (la pelota) como la sé jugar. Que las ansias no se me noten, sino
siempre calmado”, rememoró con uno de los tips más importantes.

“Es algo sumamente gratificante e increíble. No puedo decir
con palabras lo que hoy siento, porque uno de chamito los veía por televisión y
ahora los tienes todos los días cerca de ti, conversando y diciendo cómo deben
ser las cosas. Realmente es importante para nosotros. Estoy  contentísimo con eso”.
En poco tiempo ha disfrutado de los paraísos ofensivos que
tiene nuestro circuito. Jugó en Puerto La Cruz, Caracas y Valencia. En la
segunda gira en Maracay y Barquisimeto. También debió luchar con los sinsabores
que le dio el llamado “Nido rapaz”.
“Me afectó un poquito, es parte del béisbol, y eso debo
aprenderlo”, reconoció, pero a la vez se desahogó. “Pero sí, el Luis Aparicio,
realmente, es difícil para batear”, soltó con una carcajada, a pesar de haber
sorteado tres imparables en 10 turnos.
Verlo durante las prácticas es una experiencia distinta a
cuando cantan playball.

“Adentro y fuera del campo soy dos personas
distintas. En el campo, me convierto en un jugador, quiero hacerlo todo
agresivo, afuera soy sumamente tranquilo”.

Cabrera espera que todo lo que este año ha comenzado a
cosechar lo ayude en un futuro a emular acciones como la de su ídolo.

“El mío
era, es, Bob Abreu”, dice observando el bosque derecho, ese que hoy defiende
con el color naranja y que cubrió un ícono como el «Comedulce», quien en su
última aparición en postemporada en Maracaibo sepultó las esperanzas zulianas
con un tiro a Henry Blanco en la goma para sacar a Luis Ugueto y terminar un
épico encuentro de enero, ante batazo de un ídolo de la zulianidad, José
Pirela.

“Yo recuerdo eso, es que es tremendo pelotero. Me encanta su
manera de jugar. Ya vendrá la forma de conocerlo”, sueña el capitalino.
En estos días”, conversó, “mi familia me comentó el lugar
donde estoy jugando. Donde hoy cubro, estuvieron personas importantes. Y en
estos días que estuve al campo fue que me di cuenta: ‘Oye, sí, aquí estuvieron
todas esas personas, incluyendo a mi ídolo’, expresa con una sonrisa aún más
grande y un brillo especial en sus ojos.
Por los momentos, una de las cosas que más desea es poder
compartir al campo con “El Águila Negra”.

«Espero poder jugar con Pirela, es una
tremenda persona. Te habla, conversa, echa broma, pero te mantiene siempre
‘vivo’ en lo que debes tener al campo. Ya sé por qué lo quieren tanto”.

Su oportunidad, tal vez, no sea tan extensa. Tiene permiso
de las Rayas de Tampa Bay para jugar hasta el mes de noviembre. “Ojalá tenga un
permiso hasta diciembre”, dice esperanzado.
“Me mandaron a  tratar
de robar más bases y tocar la bola”, dice Cabrera, firmado como jardinero
derecho y formado en Villanueva, en la academia que en algún momento fue de
Jorge Cortés y Rubén Mijares y hoy es de Yorvit Torrealba.
Por ahora, sólo tiene una meta: “Espero que el equipo gane y
(y yo) dar los batazos oportunos, porque debo mejorar esa parte del juego”.
El Dato:
Eleardo Cabrera remolcó seis carreras en sus primeros cuatro
juegos con las Águilas del Zulia. En los Estados Unidos, en su tercer año en la
liga Rookie con Tampa Bay, bateó para .311 con 74 imparables en 60 juegos. Sumó
36 remolcadas y robó ocho bases en 12 intentos

Gerardo Boscán Villasmil 

@GerardoBoscan

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