Cuida a tus hijos: más no siempre es mejor

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Camino a las Grandes Ligas

Por Rhay Kepler 
Que lance la primera piedra quien no ha pecado en la mesa
con algún bocado extra que termina en lamentaciones estomacales. Esa vez comiste
de más.
Que levante la mano quien en la escuela quiso hacer todo el
trabajo del equipo y las cosas no le salieron como esperaba. Esa vez trabajaste
de más.
¿Quién en su cumpleaños o en las fiestas decembrinas no se
paró con dolor de cabeza por haber disfrutado un fiestón? Porque bebiste de más.
Incluso en los ejercicios físicos con peloteros me ha pasado
que he exigido una repetición más, un sprint más, y no me ha ido bien. Exigí de
más.
Por eso esta reflexión.
¿Qué padre no se va con su hijo a un parque a lanzar pelotas,
a que pitche, batee, corra y juegue? Que vaya y que venga, y entre juegos el
padre le exige un poco más al niño, y la emoción abriga el momento, y de
repente surge un bendito dolor.
El famoso equilibrio que separa lo justo y necesario del
exceso no es como la línea de cal en el terreno, que define qué pelota está o
no en juego. Incluso con la línea en el terreno se acude a las cámaras, para
verificar lo que en teoría un umpire debe interpretar a simple vista.
En semejanza con el umpire, el preparador físico debe acudir
a los libros, a la ciencia y tecnología, pero, sobre todo, acudir al mismo niño
que entrena, pues él, en carne viva, le puede decir si puede continuar o no, si
da una repetición más o no, si se siente bien o se siente mal, si está cansado
o conserva energías, si da un extra o no puede darlo. Tu experiencia, con el
tiempo, te dirá si él miente o si dice la verdad.
Padres, entrenadores y demás personas ligadas al beisbol, recuerden
esto: no siempre más es mejor.
El cuerpo del niño se fortalece en un proceso continuo,
planificado y orientado. La mente del niño se fortalece de forma progresiva
cuando lo sometes al estrés controlado de enfrentar situaciones alcanzables con
esfuerzo.
La capacidad de dar voluntariamente un extra es diferente a
la exigida por una fuerza externa. Además, las respuestas corporales a esta
entrega son diferentes en niños que en adultos.
Sí, el cuerpo es adaptable, pero si lo llevas a la fuerza,
él mismo se rebelará, y responderá en la misma intensidad que le diste, pero en
sentido contrario. Y lamentablemente las consecuencias las paga el niño, no su
entrenador o sus padres. Es por ello que debe existir una autoevaluación y
coevaluación de los procesos de entrenamiento deportivo con niños, bajo la
tutela de profesionales para facilitar el camino que va de los análisis
emocionales a los científicos, con bajas consecuencias conflictivas. 
Si estás en la final con tu mejor pitcher, ¿por qué darle un
lanzamiento más si le duele el brazo?
Si tienes a tu mejor corredor en base, ¿por qué mandarle a
robar, si le duele la pierna?
Si están trotando y uno de ellos no puede más, ¿por qué
exigirle que termine, aun cuando la calidad del trabajo no exista?
Si ya no puede con el bate, ¿para qué exigirle que siga
entrenando el bateo?
Analicemos un poco estas situaciones: ¿vale más el juego o
el campeonato?
Puede ser que el niño no quiera entrenar, es cierto. Pero
también puede ser que el entrenador haya planificado de más. Y como el beisbol
es un deporte de equipo, erróneamente se asume que todos pueden hacer el
entrenamiento igual, bajo las mismas exigencias.
Evalúa primero si tu hijo es feliz jugando beisbol. Quizás
ahí está tú respuesta.
Finalmente quiero hacer una analogía de una famosa frase, que
es muy usada, pero poco respetada en los diferentes ámbitos sociales que nos
envuelven, tanto familiar, como deportivo, económico, religioso o político: “Cada
cabeza es un mundo”. Y así, cada cuerpo es un mundo.
Las posibles fortalezas físicas que tenga tu hijo no son las
mismas de su hermano, mucho menos de su compañero de equipo. Habrá similitudes
en muchos casos, puede haber cualidades semejantes, pero otras que sean diferentes.
Esas diferencias son las que debemos atender como
entrenadores, las que debemos respetar como padres.
Habrá niños que empiezan en resistencia 5 y otros que
empiezan en 2. Es genético. ¿Cómo ayudo al de 2 para que llegue a 5? ¿Cómo
entreno al de 5 para que siga subiendo? Eso es lo que debe plantearse.
Apoya a tu hijo, déjalo jugar lo que le guste. Ahí dará lo
mejor de sí mismo, sin exigencias extras.
Al igual que en el colegio, llévalo grado a grado, nivel a
nivel, poco a poco.
No siempre más es mejor. ¡Un abrazo!

Rhay Kepler es preparador físico especializado en beisbol y experiencia con equipos de la LVBP. Cada semana desarrollará un nuevo tema en este sitio. Pero también puedes seguir su trabajo visitando sus plataformas en la red.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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