El terremoto del Zulia

El Emergente

Por Ignacio Serrano

Giovany Urshela

Las Águilas volaban alto en la ronda eliminatoria. Disputaron
el primer lugar con Caribes durante la primera mitad y algo más. Su pitcheo
dominó el circuito. Su importación lucía como la más apta.

Zulia, de pronto, sufre un terremoto. Una prolongada sequía
ofensiva. Una seguidilla de derrotas. Resurge el pesimismo de una parte de la
fanaticada. Reaparece la conseja: los rapaces comenzaron su tradicional bajón.

¿Mala planificación del alto mando? ¿Destino inevitable?
¿Simple mala suerte?

Luce injusto dirigir hacia la gerencia la responsabilidad
del patinazo, independientemente de cómo concluyan los occidentales.

Ernesto Mejía y Marwin González dieron un paso al costado.
Para cubrir tales ausencias, decidieron contratar no dos, sino cuatro bates
importados. Así llegaron Giovanny Urshela, Mark Minicozzi, Aaron Altherr y
Carlos Moncrief.

Los tres primeros brillaron. Entre los cuatro empujaron 76
de las 210 carreras que consiguieron los zulianos hasta la décima semana.
Altherr compartía con Reegie Corona el liderato de impulsadas en la divisa al
escribir estas líneas, aunque lleva más de dos semanas fuera.

Con ellos, la tropa de Eduardo Pérez recorrió buena parte de
la fase regular sin sobresaltos. Y con el resto de la importación llegaron
varios lanzadores de óptimo rendimiento, como los abridores Eric Marzec, Jeremy
Kehrt y los relevistas Tim Dillard y Randy Boone.

¿Cuántos equipos en esta temporada pueden jactarse de contar
con siete importados tan eficaces desde el vamos, excluyendo a Moncrief de
entre el grupo citado? Sólo las Águilas.

A ello se unió el buen desempeño de los lanzadores criollos,
que dotaron a la rotación de abridores como Wilfredo Boscán, Yéiper Castillo y Alex
Torres, y al bullpen de relevistas como Silvino Bracho, Diego Moreno, Arcenio
León, Marcos Tábata, Leonel Campos y Elvis Araujo.

Fue una buenas mezcla de adecuadas firmas importadas con una
notable camada de firmas locales.

Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué, de pronto, este equipo tan
bien ensamblado dio un patinazo en el que tan difícil ha resultado anotar
carreras y seguir ganando?

Hubo mala suerte. Urshela y Minicozzi tenían contrato por
toda la eliminatoria. Eran los forasteros de mejor desempeño y ambos sufrieron
lesiones que terminaron con sus campañas.

Hubo errores de cálculo. Sergio Pérez debía ser un buen
iniciador y fracasó.

Y sigue el infortunio. Uno de los contratados para compensar
las pérdidas en la ofensiva, Jason Pridie, firmó un contrato en Taiwán y se
marchó. Hernán Pérez, que superó asuntos personales para poder venir a
Venezuela, se lastimó. Igual ocurrió con Marzec. Dillard se marchó.

Hay razones para la preocupación. Los rapaces ya no son el
temible club de octubre y noviembre. Pero también hay señales positivas.
Comenzaron la undécima semana con 9 juegos sobre .500 en el segundo lugar, con
un juego y medio de ventaja sobre los Tigres. Eso se debe gracias al equipo que
se tuvo entre octubre y noviembre.

El real problema es enero. Es posible que algunos jóvenes
del bullpen deban marcharse. Pero después de este terremoto zuliano, queda una
posibilidad de reconstrucción: el draft de sustituciones.

Allí se verá si es posible reensamblar una divisa que lucía
como sólido aspirante a la corona.

Publicado en El Nacional, el miércoles 17 de diciembre de 2014.